domingo, 19 de octubre de 2014

La desesperada ofensiva de Raúl Castro


Raúl Castro ha desatado una desesperada ofensiva sobre Washington. Cree que en ello se juega el destino de la revolución. Le preocupa intensamente que la catástrofe venezolana acabe por eliminar o reducir drásticamente el subsidio que recibe Cuba. 
La situación es apremiante. Raúl tiene 83 años y se siente abrumado. Se ha comprometido a dejar el poder en el 2018. Para entonces habrá gobernado inútilmente durante 12 años. Ya sabe que su reforma económica no funciona. Aumenta exponencialmente el número de balseros y desertores. Nadie tiene ilusiones con sus “lineamientos”. La consigna es huir.
Cada día que pasa las auditorías que le presenta su hijo Alejandro le confirman que el magro aparato productivo estatal está en manos de tipos corruptos, incompetentes e indolentes. (En realidad el sistema los moldea de esa manera, pero todavía Raúl no lo admite).
Su problema más urgente es la falta de divisas para importar comida, combustible y otros bienes esenciales. El país se está cayendo a pedazos. Cuba es asombrosamente improductiva. Se trabaja poco y mal. La Isla vive, por este orden, de siete rubros: el subsidio venezolano. El alquiler y explotación de profesionales sanitarios en el extranjero. Las remesas de los exiliados. El níquel que extraen los canadienses. El turismo. La mendicidad revolucionaria que sostienen Brasil, Angola, Ecuador, y hasta la pobrísima Bolivia. El tabaco y otras minucias de exportación, algunas de ellas indignas, como la venta de sangre y de vísceras hmanas para trasplantes (por más de 100 millones de dólares). Comenzaron emulando a Stalin y han terminado imitando a Drácula. (Leer más)

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